En el momento en que Europa expande sus límites, recibiendo pueblos mancomunados por una misma ciudadanía civil, a pesar de tener distintos idiomas, usos, costumbres y acontecimientos históricos, crece el esfuerzo colectivo por valorizar el patrimonio de cada comunidad y librarlo del riesgo de la homologación y del aplastamiento.

Detrás de las formas más simples de cultura popular también se celan aspectos esenciales de la identidad de cualquier grupo humano y esto es particularmente evidente en las múltiples facetas del Véneto, tierra abundante en tradiciones antiguas, que abren múltiples espirales de continuidad entre el pasado y el presente.

La rápida evolución del progreso parece, hoy más que nunca, oponerse a la defensa de antiguas memorias, formas de expresión y fenómenos folclóricos que, sin embargo, a menudo se encuentran casi intactos en otros contextos, incluso muy lejanos, en los que las innumerables comunidades de inmigrantes vénetos, distribuidas en todo el mundo, han sabido custodiar celosamente.