Un chapuzón en la magia de las calles y entre los pintorescos canales San Domenico y Lobardo que hacen de Chioggia una pequeña Venecia. De origen romano, este pedazo de tierra veneciana se pobló con el flujo de habitantes del interior véneto huidos de las invasiones bárbaras.
El patrimonio arquitectónico se compone de casas y puentes, formas únicas y de colores que se encuentran en el centro de un hábitat lagunero, en el que conviven también los aspectos naturales de salvaguarda y protección. El rumor acompasado característico de Chioggia parece una fiesta al aire libre en los días de marcado, en una mezcla de charlas y trabajo.
Campo Santa Caterina, plaza aristocrática y radiante que Curzio Malaparte definió como un gran café, está siempre envuelta por el bullicio de la gente. Aquí destaca la Torre del Orologio, antiguo faro y torre de avistamiento, ahora museo que recoge la historia de la localidad, en cuya parte alta se pueden visitar un reloj astrológico y la celda del campanario. Paseando entre las calles, nos encontramos con el Duomo o Catedral dedicado a los patrones locales Santos Felice y Fortunato, así como, a su lado, la iglesia de San Martino, que conserva un políptico atribuido a Paolo Veneziano.
En la Pescaria, se instala cada mañana el característico mercado del pescado que es abastecido directamente por los pescadores que vuelven a primera hora de la mañana del mar. En el puerto de Chioggia, se pueden admirar aún atracados al muelle los "bragozzi", típicas embarcaciones de colores vivos. Igualmente, sobrevive en el tiempo la antigua tradición del encaje como expresión del artesanado local, gracias a las habilidosas bordadoras que trabajan con agujas de bolillo.
