Villafranca

La fortaleza de los Scaligeri en la llanura veronesa

Gracias a su posición estratégica, Villafranca de Verona ha tenido una gran importancia militar a lo largo de la historia, tanto en la época de los Scaligeri como durante el Renacimiento. El elegante e imponente Castillo, que aún hoy parece vigilar la vida de la localidad, estaba unido a las fortalezas de Nogarole y de Valeggio, dibujando el Serraglio, una larga línea de muralla fortificada intercalada por torres y fuertes, de la que ya queda poco. En el interior de la muralla, se levantan siete torres, llamadas Torresine, escenario excepcional para conciertos y manifestaciones culturales. 

Pero Villafranca asumió un papel estratégico sobre todo durante el Resurgimiento y en 1859 fue protagonista de un importante encuentro entre los emperadores Francisco José I y Napoleón III, para la conclusión de una de las más sanguinarias campañas militares del siglo XIX. La cita pasó a la historia como la paz de Villafranca y sirvió de preludio para la unificación de Italia. Dentro del señorial Palacio Gandini-Morelli-Bugna, donde se firmó el armisticio, se sitúa el Museo del Resurgimiento para recordar que la ciudad fue sede del cuartel general piamontés.

Entre los otros edificios de merecida visita, son dignos de mención el Oratorio de San Giovanni della Paglia, realizado por voluntad de los Caballeros de Malta, cuyo emblema se puede ver en la fachada, y el Oratorio de San Rocco, por su preciada fachada enteramente recubierta de frescos. Igualmente, merece la pena ver la Iglesia de la Disciplina o de la Visitazione, que custodia el mortuorio, precioso conjunto de nueve estatuas de madera. Es también destacable la Catedral o Duomo de Santos Pietro e Paolo, copia casi idéntica de la Iglesia del Redentore de Venecia.

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