Rovigo vive acomodada en el corazón del Polesine, entre las caricias de la brisa marina quel le llega del vecino Delta del Po. Aunque menos vistosa que otras localidades vénetas, representa para muchos un descubrimiento artístico, cultural y medioambietal.
Los testimonios arquitectónicos presentes a lo largo de las calles de la localidad hablan de un municipio nacido como feudo episcopal, que en el periodo medieval se enriqueció en monumentos y palacios. De entre todos, destaca la Torre Donà, emblema de la ciudad, y la Torre Mozza, vestigio de la antigua fortificación medieval.
Digna de señalar es la presencia de la Serenísima República, que se refleja en el señorial Palacio Roncale y el Palacio Roverella, en el centro de la ciudad. Este último edificio, hoy en día restaurado, es la nueva sede de la pinacoteca de la Academia de los Concordi, una de las más importantes del Véneto y centro de prestigiosas exposiciones contemporáneas.
Particularmente interesante resulta el Santuario de la Beata Vergine del Soccorso, llamado la Rotonda, por su plano octogonal, con el campanario del Longhena situado al lado de la misma.
Cerca se yergue el Duomo o Catedral, otro edificio religioso que conserva los rasgos arquitectónicos del arte barroco. Para aquellos que buscan un rincón de tranquilidad, se puede visitar el Monasterio Olivetano de San Bartolomeo. Finalmente, para conocer Rovigo y sus tradiciones, es de visita obligatoria el Museo de los Grandi Fiumi o de los Grandes Ríos, dedicado a la historia de la civilización campesina suspendida entre tierra y agua, pero siempre vinculada al ritmo del río Po y del mar vecino.
