Tempio di Possagno - Treviso

Antonio Canova


El movimiento cultural y artístico que, a partir de mediados del siglo XVIII, por reacción al gusto tardío barroco y rococó, se difundió por toda Europa y ultramar, con el nombre de Neoclasicismo, tuvo uno de sus máximos exponentes en el escultor véneto Antonio Canova.

Nacido en Possagno, en las colinas de Trevigiano, en 1757, comenzó con tan solo nueve años, el aprendizaje en el taller veneciano de Giuseppe Bernardi, llamado el Torrettino para, después, abrir, con apenas diecisiete años, su propio estudio, comenzando así una actividad destinada a vivir un grandísimo éxito en laguna.  

Después, su fama se expandió tras el traspaso del taller a Roma, donde le realizaron una serie de encargos a altísimos niveles, para papas, emperadores, príncipes y aristócratas de toda Europa.  

En 1768, Canova comenzó a trabajar en el estudio de escultura de los Torretti, en Pagnano d’Asolo, a poca distancia de Possagno.

Aquel ambiente fue, para el pequeño Antonio, una verdadera escuela de arte.  Fueron los Torretti quienes lo introdujeron en el mundo veneciano, rico en tantos fermentos culturales y artísticos.  

En Venecia, Canova fue a la escuela de nudismo, en la Academia de Bellas Artes y estudió diseño, continuando los calcos en yeso de la Galería de Filippo Farsetti.

Son numerosas las obras de Canova que se pueden admirar actualmente en Véneto, sobre todo, en Venecia: basta recordar la preparación en las Salas Neoclásicas del Museo Correr, que aloja las primeras obras maestras de la juventud del escultor, como l’Orfeo y l’Euridice, procedentes del jardín de la Villa Falier, en Asolo, dos Cesti di frutta, ya en los Farsetti, y el grupo de Dedao e Icaro, de Ca’ Pisani.  

En Padua, en los Museos Cívicos, se conservan el retrato de Alvise Vallaresso come Esculapio, la Stele Giustiniani, así como la estatua que representa a Giovanni Poleni ya en Prato della Valle (ahora sustituida in situ por una copia), obra del maestro, a su vez, representada con efiges en el monumento escultural de la famosa plaza de Padua.

Pero, sin duda, es en Possagno, donde a Canova le gustaba retirarse durante las épocas de descanso, y donde diseñó un edificio de culto de formas neoclásicas, el Templo donde, actualmente, se encuentra su sepultura, para ofrecer la colección más rica, importante y útil para el conocimiento de la obra del gran escultor.  

Pocos años después de la muerte de Canova, su hermanastro obispo, Giovan Battista Sartori, cerró el estudio del artista en Roma y trasladó todos los materiales que todavía se conservaban a Possagno, a un gran edificio adyacente a la casa natal del escultor.  Poco después de mediados del siglo XIX, el material fue cedido al ayuntamiento, así como la casa, sede de exposición de las obras pictóricas, la Gipsoteca, con las que Canova se deleitaba en la calma de su pueblo natal.

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